México contemporáneo.


La reconstrucción del país


La Constitución fue promulgada en 1917, pero en algunas regiones de México la guerra continuó hasta 1920. Cuando terminó, muchas cosas habían cambiado. El país quedó en manos de una nueva generación de hombres y mujeres fogueados en la revolución.


Las huellas de la destrucción eran palpables en la agricultura, las minas, las fábricas y el comercio; los caminos, los puentes, las vías de ferrocarril, los cables del telégrafo, y muchas otras instalaciones. Muchos soldados y civiles murieron en las batallas, o a manos de los bandidos que aprovechaban el desorden, o por el hambre y las epidemias que provocó la lucha. Muchos hombres y mujeres salieron del país, sobre todo a los Estados Unidos de América, para buscar trabajo, o perseguidos por sus enemigos políticos.


Otros se fueron a vivir a las ciudades, en especial a la capital, porque eran más seguras. En 1910 México tenía algo más de quince millones de habitantes; en 1921, contaba con poco más de catorce millones. Entre muertos, desaparecidos y exiliados, durante la revolución la población del país disminuyó en aproximadamente un millón de personas.


Las actividades productivas estaban paralizadas. Lo único que seguía funcionando con cierta regularidad eran los campos petroleros y algunas minas, que eran propiedad de extranjeros y fueron respetados para que no hubiera dificultades con los gobiernos de sus países.

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